No pude saber si la noche era plenilunada, si llovía o hacía frio. Estaba involucrado en una lucha de vida o muerte. Mis contendores , viajan por el mundo, infundiendo miedo, luto y terror. Uno con un designio celestial, que llevamos los humanos y que se cumplirá en el momento justo y el otro, el ángel maligno que describe la Biblia,luzbel, o satanás. La muerte y el diablo intentaban quitarme la vida.
El covid era propicio para que estos personajes de ultratumba me llevasen a cumplir el sueño eterno. Yo no quería dejar este mundo, donde he tenido tantas alegrías y pesares, donde he cometido tantos errores, que me han llevado a la desesperanza de mi espíritu. No quería volar sin pedir perdón a las víctimas inocentes de mis desaciertos. Mis hijos. Me encontraba agonizando en una de las habitaciones de la casa de mi hija Gina Paola. La pandemia del Covid había invadido mi cuerpo, me encontraba abatido. Desvalido, sin esperanza de vida.
Una mano huesuda sujetaba mi garganta y me impedía gritar. Satanás abrió una inmensa puerta y la muerte me condujo por un túnel oscuro y tétrico que al parecer no tenía salida, pero de repente todo se ilumino, salimos a un campo inmenso que parecía no tener fin, jardines inmensos de crisantemos, rosas y geranios adornaban el paisaje, pajarillos de colores, lucían sus trinos, acompañando a miles de mariposas salerosas que besaban las flores, que orgullosas lucían sus colores tornasolados. La luna y el sol, estaban juntos, las estrellas rutilantes complementaban el panorama de un cielo azul.
No pude entender si era día o noche .La muerte ya no estaba, había cumplido su designio de conducirme al otro lado de la vida. El diablo ya no era diablo, se había convertido en un hombre elegante, mostrándome un camino florido que conducía a un gran palacio, donde se escuchaba música de todas las melodías, en su gran puerta, mujeres hermosas me invitaban a entrar. Entonces recordé que hacía años había leído el libro titulado Bobadas mías del gran escritor Rafael Arango Villegas, quien hizo un recorrido parecido al que estoy haciendo. Rafael Arango, engañado por satanás, entro al palacio, que no era otra cosa que el propio infierno, y volvió a salir buscando la gloria.
Yo intenté entrar al gran palacio, pero alguien me gritó muy fuerte, Julio no entres ahí. Era Adelia que me gritaba insistente que no entrara a ese sitio. Qué hermosa estaba Adelia, su rostro iluminado por una luz divina, era mi ángel protector. Estaba orlada con una corona de alelíes, sobre una nube blanca de algodones, me gritaba que no entrara al palacio. Qué linda estaba Adelia. Recuerdo el último beso que me dio, perdonando mis desaciertos. Intenté acercarme a ella, pero una bandada de palomas blancas me lo impidieron.
Seguí escuchando gritos., muy fuertes por cierto .No entres papi ,no entres ahí, devuélvete por favor. Era mi hijita Carolina, que clamaba para que no entrara al infierno y me devolviese. Estaba sentada a la vera del camino con mis hijitas Erika y Gina Paola, que gritaban afanosamente, papi no entre, ven por favor. César, Aldo y Saulo. mis hijos amados, corrían para detenerme y pedirme que regresara. Mis hijos son un portento, siempre están acompañándome en los momentos críticos de mi vida.
Satanás camino hacia mí, yo me santigüé como me enseñaron mis abuelos María Benilda y Julio, y satanás desapareció. Como también el palacio y las mujeres. Entonces supe que había estado próximo a entrar al infierno. Regresé por el camino de flores, vi muchas personas amigas, caminando hacia la gloria.
Ingresé al túnel y volví a la habitación en la casa de mi hija Gina Paola, la llamé y le pedí un vaso con agua. Ya estaba amaneciendo y me dije, por el momento he vencido a la muerte, al diablo y al coronavirus.
Perdonen las bobadas mías. Moraleja. Mis hijos me cuidan. A ellos gracias, mil y mil besitos.
Julio Cesar Hoyos.
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Maestro: Nos has hecho vivir una noche angustiosa. De tu mano hemos recorrido el túnel del que hablan los sobrevivientes del otro lado. Saliste victorioso y eso es lo que cuenta. Gracias a tu bella Adelia. Gracias a tu inolvidable Carolina y sus hermanos. Gracias a Dios tienes una segunda oportunidad sobre la tierra. Bendiciones para ti y los tuyos.Germán